¡La poesía de la violencia no muere! Lo confirman los poetas de ‘Un libro por centavos’
Poetas de la colección ‘Un libro por centavos’ unieron sus voces para protestar por la violencia que ha atravesado el país en el último siglo, y por la situación actual de Colombia.
“Nuestra historia está signada por la violencia. A partir del tremendo desgarre cultural que significó el fenómeno de la Conquista, donde la cruz y la espada impusieron su dominio
sobre las comunidades nativas, en la formación de la sociedad colombiana, su Estado y sus aparatos ideológicos y sociopolÃticos no han podido sanear esa profunda herida desde donde se comienza a edificar una Nación mestiza que se desconoce y se niega a sà misma. No son los despojados, las primeras vÃctimas de un desplazamiento masivo, quienes dan cuenta de su derrota; son los victimarios los que por medio de sus cronistas justifican, en prosa y en verso, el genocidio”.
Este es el inicio del texto de Omar Ortiz que nos convocó al III y último encuentro sobre la “Violencia en la poesÃa colombiana”. En el que nos confirma que la violencia ha sido una constante desde la llegada de los españoles a nuestro territorio y que por ello es tan importante y necesario recrear el dolor y la tragedia desde la palabra poética.
En nuestro encuentro participaron 8 poetas de la Colección ‘Un libro por centavos’, quienes, indignados, gritaron sus voces contra la situación violenta y desconsoladora por la que hemos atravesado durante más de medio siglo y que se ha agudizado en las últimas semanas.
La conclusión de todos es que no debemos perder la esperanza en el cambio y seguir escribiendo para dar cuenta de lo que nos pasa, “porque la poesÃa de la violencia no puede morir y aunque el futuro ya no es como antes, la esperanza tiene que seguir frente a nosotros”.
Luego de casi dos horas de conversación y lectura de poemas, participantes del encuentro también quisieron aportar sus ideas sobre el tema que nos convocaba; aquà dos textos que quedaron plasmados en el chat:
Marlon Mariano Jaimes Leal
“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad. Victor Hugo.”
LucÃa Estrada
“Gracias, poetas, por acompañarnos en este largo, y doloroso, y solitario camino de sombras… Al nombrarlas, reinventan, protegen la luz y su memoria…”.
TINTAS FRESCAS
Ah y es de nuevo la mañana.
Interrumpiendo el sueño
con rumores y presagios
pasa la moto del periódico.
Implacable –es su trabajo–
va esquivando botellas, pétalos,
las ruinas de una noche larga.
Lleva en su carga
el dÃa que comienza.
Las palabras
con sus muertos
a cuestas.
Santiago Espinosa.
SAGA DE LOS DESTERRADOS
En donde fueron las grandes acciones de guerra
blanquea ya la quijada de asno, y el mar a la redonda
hace rodar su ruido de cráneos sobre las riberas (…)
SAINT-JOHN PERSE
I
No intentes habitar este añico del mundo
porque aquà el fuego se extinguió.
Es este un lugar oscuro
donde el fuego fundó su morada
y crecieron ciudades con rostro de carbón.
No intentes habitar este pedazo del mundo,
el fuego fatuo se aposentó en la montaña
y crecieron desiertos con oasis púrpura
y rÃos cárdenos de peces purulentos.
No intentes asomarte, Prometeo,
no hay coro para tu gesta.
No intentes asomarte,
el fuego fatuo puede ser tu perdición.Â
Beatriz Vanegas AthÃas
LOS CABALLOSÂ no iban a vivir
tanto tiempo.
Pero encontraron ofrendas
en el sueño de los muertos.
Allà pastan, beben agua y, a veces,
se acercan a las manos
cubiertas de panela
que brotan como flores dulces
a su alrededor.
Doblan el cuello y reciben la ternura
que también debió extinguirse
hace tiempo.
Tania Ganistsky.
NOTICIA DE UN MUERTO
Acostado bocarriba en la acera
(viste tenis, bluyÃn y camiseta)
está el hombre recién asesinado.
En la mano del pecho
hay un anillo;
en la otra, un cortaúñas.
Sin apartar la mirada
la joven vendedora de tintos dice:
estaba casado.
Y el lustrabotas: no somos nada.
Lenta
por entre las junturas del asfalto
avanza la sangre.
Dos policÃas extienden una cinta
para que nadie pase.
Se me hace que este actor
terminada la función,
sacará el pañuelo,
se limpiará la sangre del pelo,
y saldrá riendo
para su casa.
Pero no
¿Los ojos entreabiertos
qué almohada de nubes buscaron?
¿Los labios blancos
a qué mujer abandonaron?
Rubén DarÃo Lotero.
MIEDO
Sentir por las piernas
la respiración
del compañero desaparecido.
Mery Yolanda Sánchez.