Facultad de Derecho

Durante 70 años, en el Externado primaron los estudios de Derecho, cuyo prestigio se proyectó desde la misma fundación, a pesar de precariedades económicas y de las persecuciones políticas. Aquello que en diferentes momentos se denominó “El Externado de Derecho” o el “colegio del doctor Hinestrosa Daza”, marcó, y continúa marcando, la pauta en la formación de abogados para la democracia, la libertad y la ética, durante ese tiempo.

De manera que lo que relatamos en los primeros capítulos de esta publicación se funde naturalmente con la historia de la Facultad de Derecho. Y siempre bajo el riesgo de quedar cortos, se puede hablar de los ejes fundamentales que han marcado esta trayectoria más allá de los años 60: compromiso con las libertades, con el perfeccionamiento del estado social del derecho; protagonismo en los grandes debates políticos y jurídicos; carácter contestatario, alejado de tibiezas, que permitió poner su aparato académico al servicio de transformaciones de todo orden, se opuso a los excesos y señaló, con su rector Fernando Hinestrosa, que “los problemas de la democracia se curan con más democracia”.

Una Facultad que ha recibido los sellos de calidad del Estado en sus más altas modalidades: en el último proceso de re acreditación, se le concedió el certificado por 10 años, el más alto periodo previsto por el sistema. Y una Escuela cuyo poder de convocatoria se puede medir por la permanente vinculación de lo mejor de la academia internacional a su vida académica cotidiana; comprometida con la elaboración de respuestas a las realidades tecnológicas que cada día emergen, superando las previsiones de la ciencia ficción.

Una Escuela de Derecho que ha mantenido un esfuerzo contante en la formación de sus docentes – investigadores, a través de un programa de becas en el exterior y en el país que ha servido para dar vigor a sus investigaciones, proyectarse socialmente y renovar los contenidos curriculares del pregrado impregnándolos del avance de la ciencia del derecho para beneficio de sus estudiantes.

Una Escuela de Posgrados que hace honor a la riqueza de la disciplina y a la especialización de sus contenidos, materializada en la oferta de su doctorado en derecho, de sus más de treinta maestrías y más de cincuenta programas de especialización, que se imparten dentro y fuera de Bogotá, cumpliendo con la vocación de ir a las regiones para completar la formación de los abogados colombianos.

Una Facultad que desde muy temprano entendió la importancia de la información sistematizada como herramienta fundamental del ejercicio del abogado, en los sectores público y privado, mediante la puesta a disposición de una colección de obras jurídicas en formatos tradicionales, pero también mediante la adquisición de bases bibliográficas y de colecciones virtuales, para que su comunidad académica acceda a los más modernos recursos tecnológicos y se adapte a nuevas maneras de hacer las cosas.

Y, finalmente, el gran protagonismo de sus estudiantes, no solo por los destacados lugares que han ocupado siempre en las pruebas de calidad, en la obtención de becas y distinciones sino por su presencia en momentos decisivos para el país, las libertades públicas y el sistema democrático. Estudiantes que participan activamente en el diario vivir universitario a través de las representaciones en los distintos consejos de la Universidad. Que hacen sentir su voz y contribuyen al proyecto académico de la Facultad de Derecho.

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