“Hominum perdón por ser”: la reparación tras el telón*

Las obras artísticas como parte de un proceso de reparación han ido tomando poco a poco gran relevancia en el contexto jurídico, social y sobre todo psicológico y personal, en las personas que han sido víctimas de violaciones a sus derechos humanos.

Según Sierra (2014), en el marco de la reparación a través del arte, existen tres tipos de obras según el origen del cual provengan. Por un lado, tenemos aquellas que se originan por medio de una decisión judicial o estatal para reparar a las víctimas, están también las obras de arte provenientes de la propia iniciativa de los artistas, y, por último, obras o prácticas artísticas que realizan las víctimas directas que han sufrido agresiones a sus derechos humanos.

A partir de estos tres escenarios Sierra (2014) plantea que el estado, los artistas y las víctimas tendrán diferentes objetivos en las obras artísticas por tratarse de tres orígenes diferentes, así por ejemplo:

[…] el fin del estado es reparar a las víctimas y contribuir con la garantía de no repetición; mientras que el fin de los artistas es manifestar su sensibilidad en relación con un tema específico que les interesa abordar; y para las víctimas, son mecanismos de resistencia y denuncia que permiten pasar del trauma individual a la conformación de sujetos colectivos con capacidad para incidir en las condiciones sociales que generan la violación a sus derechos humanos.

(pp. 77-78)

Recientemente en el mes de febrero, se llevó a cabo en Bogotá en el teatro Colón la presentación de una obra llamada “Hominum: perdón por ser” a cargo del grupo teatro Azul del Quindío, dirigida por Leonardo Echeverry.

La obra está conformada de tres momentos en los cuales tres actrices representan cada una a mujeres que fueron víctimas de violencia. En primer lugar está Eva Kor, sobreviviente del holocausto nazi y de los experimentos científicos a cargo del reconocido doctor Josef Mengele en Auschwitz; en segundo lugar, tenemos la historia de Immaculée Ilibagiza, víctima del genocidio en Ruanda, cuya historia impactó al mundo tras confesar estar encerrada casi 3 meses en un baño con otras mujeres, temiendo ser exterminadas por los Hutu, y, por último, Pastora Mira, una mujer antioqueña que sufrió las dolencias del conflicto armado en Colombia, pues su hija fue desaparecida y posteriormente asesinada por paramilitares, así como cuatro años después, su hijo fue asesinado también por el bloque héroes de granada de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Estas tres historias fueron puestas en escena por tres artistas que representaron el dolor y el desasosiego que pudieron llegar a sentir estas mujeres, manifestándose sobre el perdón, la reconciliación y la concepción del futuro tras haber pasado por circunstancias tan fuertes.

La obra Hominum se enmarcaría según la clasificación de Sierra en el campo de origen propiamente artístico, y, menciona ella, que todas las obras o prácticas artísticas provenientes de la propia iniciativa de los artistas tienen como objetivo:

influenciar los discursos, las subjetividades, los modos de interrelación social, los imaginarios sociales, las representaciones del otro y las identidades, de manera tal que se incida positivamente sobre la condición de vulnerabilidad de las víctimas, y se contribuya a que las causas de la vulnerabilidad sean visibles. Puede contribuir a la imaginación de relaciones sociales y de poder distintas y a imaginar futuros más deseables.
(Sierra, 2014, p. 90)

Es decir, a pesar de que estas actrices no fueron las víctimas directas, su papel en la representación de las mismas trasmite al espectador sensaciones y sentimientos frente a las historias allí contadas. El espíritu crítico frente al perdón como herramienta de liberación, se hace sentir a través de la interpretación de la obra, las mujeres gritan, lloran, susurran, relatan la historia como si fuera de ellas, como si fueran la propia Eva, Immaculée y Pastora. Entre tanto, el espectador siente una carga por lo sufrido por ellas, impotencia y tristeza ante la crueldad humana en tiempos de guerra.

Es claro que la obra tan solo es una representación de lo que fue en su momento una realidad, pero, la conciencia colectiva que empieza a emanar en el teatro, en sus espectadores, es innegable, permite concluir que la memoria colectiva puede también construirse a partir de expresiones artísticas no realizadas por las víctimas ya que la reparación incluye un reconocimiento social de los hechos por parte de todos los que vivieron y los que no vivieron tales situaciones. Se convierte entonces en un canal de resistencia y denuncia social que no es solo de las víctimas, sino de todo el grupo del que ellas hacen parte.

El arte en su relación con los derechos humanos que han sido violentados juega un papel fundamental como nuevo canal para lograr la reparación integral de las víctimas. Gracias a este se crea consciencia y memoria y con ello, garantías de no repetición. Contribuyen a construir un Estado y una sociedad crítica, sensata y responsable frente al pasado y la coyuntura propia de cada país.

*Artículo de Laura Camila Arévalo Roldán. Monitora del Centro de Investigación en Política Criminal.

REFERENCIAS:

Sierra León, Y. (2014). Relaciones entre el arte y los derechos humanos. Revista Derecho del Estado, (32), 77-100

BIBLIOGRAFÃA:

Rojas, G. (07 de abril de 2017). “Hominum, perdón por ser”, se estrena este viernes en Teatro Azul. La Crónica del Quindío. Recuperado de http://www.cronicadelquindio.com/noticia-completa-titulo-hominum_perdn_por_ser_se_estrena_este_viernes_en_teatro_azul-seccion-la_salida-nota-109016

Rojas, G. (13 de octubre de 2017). Hominum, perdón por ser, en los 125 años del Teatro Colón. La crónica del Quíndio. Recuperado de http://www.cronicadelquindio.com/noticia-completa-titulo-hominum_perdn_por_ser_en_los_125_aos_del_teatro_coln-seccion-la_cultura-nota-114583.htm

 

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