Merquemos juntos: un negocio social exitoso, caso emblemático de Responsabilidad Social

La historia se inicia un día de finales de la década de los 90, en que 11 mujeres de Barrancabermeja, acosadas por la pobreza y la violencia, hacen una “vaca” para comprar alimentos que resulten más baratos y de mejor calidad. Con el tiempo, crean el “Programa de Microcrédito de la Asociación para el Desarrollo Comunitario Merquemos Juntos” y otras iniciativas que han cambiado la vida de los habitantes de los sectores más deprimidos de la ciudad.

Es un relato relativamente conocido (aunque nunca lo suficiente) en la medida en que el proyecto obtuvo el Premio Nacional de Paz 2011 y otros reconocimientos. Sin embargo, investigadores de la maestría en Responsabilidad Social y Sostenibilidad del Externado[1] ubican la historia en una dimensión diferente, como caso de estudio significativo que combina el negocio social sostenible y la iniciativa de construcción de paz.

Pobre entre los pobres, azotada por la violencia como la que más, segregada, excluida, aislada, en una ciudad que, tradicionalmente, ha marcado fronteras rígidas entre los privilegiados, que se relacionan y benefician de la industria petrolera y el resto de la población, la Comuna 5 fue, además, etiquetada como barrio guerrillero, porque allí se atrincheraban combatientes de por lo menos tres organizaciones. Luego, cómo no, aparecieron los paramilitares para terminar de configurar el más crudo escenario de la guerra en Colombia.

Pero un día las cosas comienzan a cambiar cuando estas mujeres resuelven unirse para mercar y sacar provecho de la “economía de escala”; y van comprendiendo el poder de la asociación y se van convenciendo de que “podíamos hacer algo por nosotras mismas”, con la colaboración de los hombres, que luego se les sumaron. Las necesidades de estas personas, que brotan en cada esquina, dan pie para la creación de sucesivas iniciativas: ‘sopa comunitaria’ para los desplazados que llegan; útiles escolares; tienda de abarrotes a buenos precios, fondo de solidaridad para las asociadas, y tantas otras.

Pero entre todos los azotes que castigaban a esta población había uno especialmente sórdido: los famosos prestamistas ‘gota a gota’, agiotistas de la peor calaña que ahogan a los deudores con intereses de usura y plazos absurdamente cortos. Un sistema de crédito ilegal aprovechado de la vulnerabilidad de estas gentes. Ese fue el acicate para que, en el seno de la “Asociación de Desarrollo Comunitario Merquemos Juntos” en 2002 surgiera un programa de crédito para pequeños y micro empresarios, que luego sería la columna vertebral de la organización. Más adelante surgiría otro programa de crédito, esta vez para educación, con el único propósito de “arrebatarle los niños a la guerra”.

Como lo señalan los investigadores, si bien al principio fue prácticamente imposible conseguir respaldo económico por falta de una estructura institucional, con el paso del tiempo han sido varias las instituciones que acudieron a potencializar este esfuerzo comunitario. Particularmente la Diócesis de Barranca; el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, liderado por Francisco de Roux; la Fundación Mario Santodomingo y la empresa de ingeniería Tipiel, que, según el análisis realizado, superando el asistencialismo, ha trabajado codo a codo para ayudar a consolidar este negocio social.

“¿Por qué una región tan rica en recursos materiales tiene a su interior una población con altos índices de pobreza? ¿Por qué una población alegre que ama la vida mantiene altos índices de violencia en sus relaciones sociales?”, eran preguntas que se formulaban muchos.

Para desarrollar el estudio, los investigadores adoptaron la “Metodología para la elaboración de estudios de caso en Responsabilidad Social” propuesta por la Universidad Externado de Colombia. Los casos seleccionados respondieron a una convocatoria de la Universidad, la Red Local del Pacto Global Colombia y la Fundación Ideas para la Paz, a las organizaciones adheridas al Pacto Global, para que presentaran experiencias que merecieran ser documentadas como iniciativas de responsabilidad social y sostenibilidad enfocadas en la construcción de paz.

El Fondo de Microcrédito para Microempresarios de Merquemos Juntos, tiene varias particularidades que resalta esta investigación: incluye procesos de capacitación para quienes administran el programa y para los usuarios del crédito; acuden al servicio quienes no tienen cabida en la banca convencional, por razones conocidas; incluso los reportados en las centrales de riesgo reciben un tratamiento flexible y pueden acceder a un crédito para superar las circunstancias que las llevaron a incumplir. Se establece una estrategia de acompañamiento cercano a los usuarios del crédito.

“… con una propuesta de costos mínimos, tanto en términos de intereses para los usuarios como de manejo administrativo del crédito, es posible asegurar los resultados y el reconocimiento alcanzados hasta ahora. Este esquema de operación ha permitido generar valor social para los usuarios y para la comunidad, a la vez que genera valor económico suficiente para asegurar su sostenibilidad, derivando además la apropiación por parte de los clientes de una propuesta de valor económico, sobre los excedentes del Programa. En otras palabras, cumple, con su función como empresa o negocio social…”, explican los autores.

El interés de este trabajo tiene que ver, sí, con la rentabilidad, pero, por supuesto, con una rentabilidad que supera la mera solución de problemas de dinero de gentes necesitadas. Es una rentabilidad de la que hacen parte la dignidad, la solidaridad, la fraternidad y la esperanza en un mundo mejor, que cobije por igual a los excluidos y a los privilegiados que viven más allá del “puente elevado”, el límite físico entre dos mundos, impuesto por la ciudad,  que alguien tiene que empezar a derribar.

[1]  El estudio se titula “Microcrédito como mecanismo de inclusión social y construcción de paz. Estudio de caso sobre la Asociación de Desarrollo Comunitario Merquemos Juntos de Barrancabermeja, Santander”, elaborado por Astrid Gómez y Janeth Lozano, dirigido por Ãngela Rivas, y fue publicado en “Paz territorial e inversión social privada: contribuciones al ODS 16 / María Claudia Romero Amaya y Óscar Iván Pérez Hoyos (editores) – Bogotá : Universidad Externado de Colombia. 2018.

« Merquemos juntos » : une affaire sociale réussie, cas emblématique de responsabilité sociale

L’histoire commence un jour à la fin des année 90, où 11 femmes de Barrancabermeja, harcelées par la pauvreté et la violence, décident de collecter un peu d’argent pour acheter des aliments moins chers et de meilleure qualité. Ensuite, elles créent le « Programme de microcrédit de l’Association pour le développement communautaire Merquemos juntos » et d’autres initiatives qui ont changé la vie des habitants des secteurs les plus défavorisés de la ville.

Il s’agit d’un récit relativement connu (pas toujours assez) dans la mesure où le projet a obtenu le Prix National de Paix 2011, ainsi que d’autres distinctions. Cependant, des chercheurs de la maîtrise en responsabilité sociale et durabilité de l’Externado[1] soulignent une dimension différente de cette histoire, comme un cas d’étude important qui mélange les affaires sociales durables et l’initiative de construction de la paix.

Pauvre parmi les pauvres, touchée par la violence, discriminée, exclue, dans une ville où traditionnellement il y a toujours eu des frontières rigides entre les privilégiés – liés et bénéficiaires de l’industrie pétrolière – et le reste de la population, la Comuna 5 a été aussi connue comme un quartier guérillero, car des membres d’au moins trois organisations y résidaient. Après, bien évidemment, sont apparus les paramilitaires pour terminer de configurer l’espace le plus compliqué de la guerre en Colombie.

Mais un jour les choses ont commencé à évoluer lorsque ces femmes décident de s’unir pour faire des courses et tirer profit de « l’économie à échelle » ; elles ont commencé à comprendre le pouvoir de l’association et « qu’elles pouvaient vraiment faire changer les choses », avec l’aide des hommes, qui les ont ensuite rejointes. Les besoins de ces personnes, présents partout, sont à l’origine de diverses initiatives successives : « la soupe communautaire » pour les nouveaux déplacés ; des fournitures scolaires ; une épicerie bon marché, un fonds de solidarité pour les associées et encore autres.

Mais parmi tous les fléaux subis par cette population, il y avait un particulièrement sordide : les célèbres prêts « goute à goute », des usuriers très peu recommandés qui étouffent les débiteurs avec des taux d’usure et des délais de paiement extrêmement courts. Un système de crédit illégal pour abuser de la vulnérabilité de ces gens-là. Cela a motivé « l’Association de développement communautaire Merquemos juntos » à créer en 2002 un programme de crédit pour les micro-entrepreneurs, devenu ensuite la colonne vertébrale de l’organisation. Plus tard, un autre programme de crédit pour l’éducation a été créé afin « d’arracher les enfants à la guerre ».

D’après les chercheurs, même si au début trouver du soutien financier a été pratiquement impossible à cause du manque de structure institutionnelle, avec le temps, plusieurs institutions ont soutenu cet effort communautaire. Notamment la Diocèse de Barranca ; le Programme de développement et de paix du Magdalena Medio, dirigé par Francisco de Roux ; la Fondation Mario Santodomingo et l’entreprise de génie Tipiel, qui selon l’analyse faite, ont travaillé conjointement pour la consolidation de cette affaire sociale, allant au-delà de l’assistanat.

« Pourquoi dans une région aussi riche en ressources matérielles la population est aussi pauvre ? Pourquoi une population gaie qui aime la vie présente de taux élevés de violence dans ses relations sociales ? », sont les questions que l’on se pose.

Pour mener l’étude, les chercheurs ont adopté la « Méthodologie pour élaborer des études de cas en responsabilité sociale », proposée par l’Université Externado de Colombie.

Les cas ont été choisis dans le cadre d’un appel d’offres lancé par l’Université, le Réseau Local du Pacte Global Colombie et la Fondation Idées pour la Paix, aux organisations attachées au Pacte Global pour présenter les expériences qui méritaient d’être documentées comme des initiatives de responsabilité sociale et durables dans le domaine de la construction de la paix.

Le Fonds de microcrédit pour les micro-entrepreneurs de « Merquemos juntos », présente plusieurs particularités exposées dans cette recherche : il intègre des processus de formation pour les personnes qui administrent le programme et pour les usagers des prêts ; il s’adresse aux personnes qui ne sont pas prises en compte par les banques traditionnelles, pour des raisons bien connues ; même les débiteurs identifiés par les centrales de risque sont traités avec de la flexibilité et peuvent avoir accès à un crédit pour faire face aux conditions qui ne leur ont pas permis de payer leurs dettes. Une stratégie d’accompagnement proche aux usagers du crédit y est mise en place.

« …avec un projet aux moindres coûts, aussi bien au niveau de taux pour les usagers que de l’utilisation administrative du crédit, il est possible de garantir les résultats et la reconnaissance atteinte jusqu’à présent. Ce schéma opératif a permis de promouvoir la valeur sociale pour les usagers et la communauté, tout en renforçant la valeur économique nécessaire pour assurer la durabilité et l’appropriation de la part des clients d’une initiative de valeur économique, sur les excédents du Programme. Autrement dit, la fonction d’entreprise ou d’affaire sociale y est accomplie », expliquent les auteurs.

L’importance de ce travail est liée à la rentabilité mais évidemment aussi à une rentabilité qui va au-delà d’une simple solution aux problèmes d’argent des personnes en difficulté. Il s’agit d’une rentabilité qui prend en compte la dignité, la solidarité, la fraternité et l’espoir dans un monde meilleur, où les démunis et les privilégiés sont traités d’une manière égale, où il n’y a pas de frontières physiques entre ces deux mondes, frontières imposées par la ville, que quelqu’un doit commencer à détruire. [1] L’étude intitulée « Microcrédito como mecanismo de inclusión social y construcción de paz. Estudio de caso sobre la Asociación de Desarrollo Comunitario Merquemos Juntos de Barrancabermeja, Santander », a été faite par Astrid Gomez et Janeth Lozano, dirigée par Angela Rivas, et a été publiée dans « Paz territorial e inversión social privada: contribuciones al ODS 16 » / Maria Claudia Romero Amaya et Oscar Ivan Perez Hoyos (éditeurs) – Bogota : Université Externado de Colombie. 2018.

 

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