Occidente de Boyacá: campesinos que no tienen la más mínima intención de regresar a la ilegalidad

La historia contada por dos campesinos, padre e hijo, del occidente de Boyacá, sobre la consolidación del cacao como producto que genera el sustento de 1300 familias, las que un buen día le dieron la espalda al sórdido mundo de la coca y optaron por vivir en la legalidad.

Lo anterior demuestra muchas cosas, entre ellas, que para el habitante rural estar por fuera de la ley no es deseable ni “bonito”, solo es un camino inevitable en muchas ocasiones.

Tras lamentar la espantosa situación de los jóvenes masacrados recientemente en varios sectores de nuestra geografía, bajo la influencia del narcotráfico y todas sus secuelas, Juan Antonio Urbano Barrera, líder campesino, estudioso de las problemáticas rurales del país, y su hijo, Nicolás, ingeniero agroindustrial, sostuvieron que es posible torcerle el pescuezo a la coca y construir paz y reconciliación en nuestras comarcas.

Ambos fueron invitados a dar su testimonio por la Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras del Externado, dentro de su programa El Café Virtual: ¿Cómo se reinventa el sector turístico?, habida cuenta de que hay muchas historias atractivas que contar detrás de esos granos de cacao, cultivo que se ha convertido en la principal alternativa para la sustitución de cultivos ilícitos en Colombia.

La historia del Occidente de Boyacá ha estado marcada por la violencia: primero vino la guerra de las esmeraldas y luego la coca que inundó los campos y atrajo a la guerrilla y a los paramilitares. Realidades marcadas por la ausencia del Estado y la falta de otras opciones económicas para los habitantes de esta región.

Pero, desde hace algunos años, estos campesinos le apostaron a cambiar esa historia y, con liderazgos legítimos, fueron logrando la base para esta transformación: 10 organizaciones en 8 municipios fueron tomando cuerpo alrededor del cultivo del cacao, a partir del reconocimiento de que todos son responsables de su territorio y que la unión los fortalece para atraer un Estado casi siempre ausente.

Es tal el vuelco que ha hado la región que, de acuerdo con los invitados, municipios anteriormente cocaleros como Pauna, Borbur y Otanche han erradicado este renglón y lo han sustituido por 4 millones de árboles de cacao, cultivo de larga duración y beneficioso para el medio ambiente.

Además, se trata de un producto de altísima calidad que ha dado pie para la creación de la marca Distrito Chocolate, ganadora de premios nacionales e internacionales y con presencia comercial en sectores como el barrio Quinta Camacho en Bogotá.

Lo más importante de toda esta transformación, que se convierte en ejemplo, es que, según Juan Antonio Urbano, el habitante rural ya no permite que lo traten como inferior y no tiene que esconderse de nadie. En definitiva, este movimiento de campesinos para campesinos ha cambiado la vida de muchas personas, que viven, aman y luchan en un entorno en el que los violentos han ido emigrando, porque ya no hay coca.

A partir de este difícil camino recorrido, queda otro desafío igualmente acuciante para esta valerosa comunidad y es ganarle la batalla a la pobreza por medio de la rentabilidad justa de los productos que se obtienen en un contexto de juego limpio.

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