Triunfo estudiantil
Con la derogación, por parte del Ministro de Educación, de medidas que establecían exámenes de revisión y preparatorios como requisito para ingresar a la Universidad, culminó en julio de 1938, un movimiento de protesta estudiantil iniciado poco antes.
Es en el gobierno de Alfonso López Pumarejo, durante la llamada República Liberal, cuando los universitarios arrecian sus demandas. Con manifestaciones, marchas, asambleas, bloqueos de tráfico, huelgas y pedreas, cuestionan la falta de actualización de los planes de estudio, la enseñanza pasiva, la carencia de preparación del profesorado y el clientelismo para su nombramiento.
López, consciente del atraso en materia educativa llama a la Universidad a “untarse de paÃs”, a acercarse a los problemas reales y a luchar contra la miseria, la concentración de la tierra y de la riqueza, las diferencias sociales abismales. Y el movimiento estudiantil responde a la invitación.
“Portando carteles con frases como: ‘Los enemigos del estudiantado son tres: revisión, preparatorio y (José JoaquÃn) Castro MartÃnezÂ’Â (ministro de Educación y profesor del Externado), no menos de dos mil estudiantes universitarios y de secundaria desfilaron por las calles céntricas de la ciudad”, relata la prensa.
 “… los estudiantes en el interior del edificio creaban barricadas utilizando el mobiliario existente para impedir el ingreso de los agentes. Estratégicamente, quinientos estudiantes se ubicaron en las afueras del Ministerio, obstruyendo la labor de los policÃas. Un enfrentamiento tuvo lugar luego de que la policÃa irrumpió en el edificio y empleó gases lacrimógenos para dispersar a la multitudÂ… mientras que los estudiantes se defendÃan lanzando piedras contra los uniformados…”.
Relata el cronista que en el interior del ministerio fueron detenidos 26 estudiantes de Derecho de las universidades Nacional, Javeriana y Externado. Los alumnos detenidos fueron defendidos por los abogados Jorge Eliécer Gaitán y Luis Caro Escallón, quienes solicitaron, con éxito parcial, una reducción de la pena y una rebaja de 1 peso por la conmutación de cada dÃa de arresto.
Para rematar, el investigador Orlando Moreno MartÃnez («El paro estudiantil de mayo de 1938», en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. U.Nacional) cuenta que dos mujeres adineradas, Cecilia y Helena Castro, pagaron los 12 pesos de fianza correspondientes a los 12 estudiantes que todavÃa estaban detenidos. Los liberados agradecieron el gesto con una serenata.
No faltó quien atribuyera esta protesta en particular a las intenciones del partido de oposición de crear desórdenes, valiéndose de los estudiantes conservadores, cuyas consignas callejeras, según se dice, eran de este tenor:
“Santa LucÃa lÃbranos de la PolicÃa”…
“Figuras de la pasión, lÃbranos de la revisión”
“San Gregorio, lÃbranos del preparatorio”
Comunistas e inmorales
La polémica que habÃa marcado la historia del paÃs surge aquà una vez más. Las iniciativas del gobierno de López, dirigidas a darle carácter laico a la educación y mejorar su calidad, asà como el establecimiento de la libertad de cultos, encontraron una cerrada oposición en la iglesia y algunos sectores conservadores. Como si no hubiera transcurrido el tiempo desde los más oscuros episodios del siglo XIX.
Esta corriente calificaba la reforma de marxista y anticristiana, comunista e inmoral. Y fueron descalificados, por ejemplo, personajes que se declararon ateos o agnósticos, como Eliseo Arango, (ministro de Educación del último gobierno conservador) y el intelectual Baldomero SanÃn Cano, ilustre pensador de la entraña del Externado.
Noticias trasnochadas
En las aulas del Externado se vivió, tal vez como en ningún otro lugar, la efervescencia del momento, por una sencilla razón: un grupo considerable de profesores, comenzando por el rector, Ricardo Hinestrosa Daza -designado en el cargo tras la muerte de su antecesor Diego Mendoza en 1933- habÃan sido llamados a ocupar destacadas posiciones en las tres ramas del poder público. Cada uno desde su radio de acción les dio impulso a las transformaciones adelantadas entre 1930 y 1946. ¿Y qué mejor escenario de discusión de las nuevas propuestas que las aulas? De esa manera los alumnos veÃan en las primeras planas de los periódicos las noticias que ya habÃan conocido en clase y se enteraban de antemano de las reformas que ‘se cocinabanÂ’.