Bases positivas del liberalismo
Ignacio V. Espinosa
Tengo el honor de dedicar el presente estudio a los jóvenes que, fieles a la doctrina del liberalismo, han preferido llevar la vida del proscrito, o la del paria, a la tentadora realidad del poder y la riqueza con que el gobierno absolutista que en los últimos quince años hemos soportado en Colombia, ha recompensado el incondicionalismo de las almas y pagado el servilismo de los hombres.
Una parte del grupo de liberales jóvenes que debía reemplazar en la política a la brillante generación de 1849 se pudrió verde, permítasenos la expresión, y prefirió ser lacaya del señor Núñez que daba empleos y regalaba a manos llenas el oro de la República, a llevar alta la bandera que mantuvieron sin mancha Murillo y Salgar, Pérez y Parra.
Y si tan honda así fue la corrupción alcanzada por aquella parte de la juventud liberal y por aquellos que de rodillas incensaban al señor Núñez, no menos profunda, pero sí general, fue la que en hora maldecida invadió en todas direcciones al partido conservador.
El liberalismo ha vuelto a tener la robusta creencia en los principios que tuvo en épocas precursoras de poder y de gloria, y por lo mismo es preciso hacer la propaganda de ellos.
IGNACIO V. ESPINOSA
Vicerrector y profesor del Externado, 1895.