Coronavirus: una amenaza a la economía colombiana

Una amenaza epidemiológica puede tener efectos económicos muy serios. ¿Puede esto modificar las perspectivas económicas para el 2020?

El pánico en los mercados financieros

Los primeros brotes del coronavirus (COVID-19) han hecho que los mercados financieros mundiales se vean afectados por el pánico que ocasiona tener inversiones en activos que son considerados riesgosos. Entre estos activos figuran las commodities, las acciones y los bonos del tesoro de los países en vías de desarrollo.

Como Colombia ofrece este tipo de inversiones, era esperable que el anuncio de los primeros casos de COVID-19 en América Latina tuviera un efecto directo sobre la bolsa de valores y sobre el precio del dólar.

Pero en muchas ocasiones el efecto total de los hechos económicos y financieros no se da por el factor original sino por el efecto “pánico” que acompaña a este tipo de acontecimientos. El pánico lleva a los individuos, como seres racionales, a reaccionar buscando un alto beneficio individual, afectando el beneficio colectivo.

Ahora bien, el efecto del virus sobre el precio del dólar en Colombia tiene una relación directa con el precio del petróleo, que es nuestra exportación estrella. El precio del crudo se ve afectado desde dos frentes:

  • La disminución de las exportaciones a China, puesto que este país ha decidido cerrar muchas de sus fábricas hasta poder controlar la expansión del virus, reduciendo su demanda de petróleo.
  • La disminución en la inversión extranjera, fugándose hacia países desarrollados que representen menor riesgo financiero en caso de una desaceleración mundial.

El aumento en el precio del dólar no es un fenómeno exclusivo de Colombia, es un fenómeno mundial, pues se han registrado en las bolsas de valores europeas y norteamericanas.

El temor a la desaceleración mundial lleva a que los inversionistas busquen refugio en los activos considerados más seguros, tales como el oro o la deuda pública de Estados Unidos. Esto implica que abandonan los activos de renta variable o riesgosos, lo que lleva a aumentar el precio del dólar debido a su gran demanda y oferta limitada.

El pánico financiero ocasionado por el COVID-19 ha hecho que el mercado global se mueva inesperadamente.

Petróleo como combustible de la economía colombiana

Los dirigentes políticos han visto en la industria petrolera una locomotora que impulsa el desarrollo del país. Esto se debe, según el Ministerio de Minas y Energía, a factores como:

  • Su alta participación en las exportaciones – del orden del 70% entre 2010 y 2017
  • Las regalías, impuestos y dividendos, los cuales se estiman en más de 153 billones de pesos
  • La construcción y restauración de 50.047 kilómetros de vías y de 748 instituciones educativas
  • La ampliación del acceso a agua potable por parte de poblaciones necesitadas
  • La adecuación de 271 entidades de salud

Según el Ministerio de Minas y Energía, entre 2007 a 2017 la industria petrolera suministró en promedio, el 12% de los ingresos de la Nación y el 29% del presupuesto total de inversión.

Es claro que Colombia depende del precio del petróleo. De modo que si el país, o sus dirigentes, deciden evitar estos choques, deben optar por políticas que permitan diversificar su portafolio de producción.

Aumento del precio del dólar: un problema de todos

Si bien es cierto que el precio del dólar tiene variaciones constantes hace más de un año, este nunca había alcanzado un valor por encima de los 3.522 pesos hasta este 6 de marzo, cuando llegó a los 3.584 pesos.

Aunque mucho en los medios de comunicación se habla mucho sobre el alza en el precio del dólar, para muchas personas del común no es claro cómo se afecta su diario vivir.

El efecto principal, o más directo, se da sobre aquellas personas y/o empresas que tengan deudas en la divisa extranjera y que no tengan algún seguro para cubrirse del alza en el precio del dólar. En estos casos la deuda adquirida se hace más costosa y los agentes pueden encontrar dificultades a la hora de hacer frente a sus deudas.

Además, si se está hablando de una empresa bien constituida, este aumento disminuye su capacidad adquisitiva y, podría afectar el empleo en el país. Esto porque al disminuir el poder de compra, se tendrían que liberar recursos que permitan hacer frente a las deudas, lo que podría disminuir lo destinado a contratación de personal y producción.

Por otro lado, se tienen los efectos en la balanza comercial. Debido a que en Colombia se importa un gran número de productos, con el alza del precio del dólar, los importadores se verán en una disyuntiva entre asumir el costo de importación extra o transmitirlo al consumidor final.

La respuesta a este tipo de eventos suele depender del tipo de choque, es decir, si es un choque pasajero, probablemente el efecto sea asumido por el importador, pero, si el choque es permanente el efecto será transmitido al consumidor final. El último caso se verá relejado en un alza de los precios y, a su vez en un aumento de la inflación.

Sin embargo, estos efectos aún no se pueden catalogar como desastrosos para Colombia, pues hasta ahora se trata de un choque transitorio, que apenas lleva algo más de un mes de estar recorriendo el mundo.

Incertidumbre

Con el fin de mantener la economía mundial estable, los gobiernos, incluyendo el colombiano, debería tener las herramientas necesarias para enfrentar esta dificultad. Además, la organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) busca la forma de evitar una disminución importante en el precio del petróleo que afecte considerablemente a sus países miembros.

De modo que, por ahora, basta con estar alerta a las señales del entorno macroeconómico. Señales que indiquen que la coyuntura mundial puede pasar de ser el resultado de un choque transitorio, a ser un choque permanente.

Aun así, ante este panorama, no se pueden minimizar las advertencias de algunos de los organismos multilaterales, para quienes los pronósticos de crecimiento económico para América Latina y el Caribe ya eran bajos. Según estimaciones del Banco Mundial, se preveía un crecimiento de 2,6 % para el 2020. Con la llegada del coronavirus, las expectativas podrían verse aún más afectadas.

Recientemente, el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE pronosticó que, con la confirmación de los primeros casos de coronavirus, las tasas de crecimiento para la región tienden a disminuir. Esto como consecuencia del aumento de las restricciones de viaje y la cancelación de vuelos, eventos de negocios y de ocio, lo cual afecta notablemente al sector de servicios.

Bajo la incertidumbre de cuál pueden ser las verdaderas consecuencias del efecto contagio y su velocidad de expansión en nuestros países, es probable que este escenario persista por algún tiempo.

En el contexto de una economía global ya débil y con riesgos a la baja, los desafíos a corto plazo del brote de coronavirus refuerzan la necesidad de acciones políticas para contener la propagación del virus. Es importante fortalecer los sistemas de atención médica, aumentar la confianza y la demanda, y limitar los efectos adversos de la oferta.

Es claro que el país debe estar alerta, no solo a los efectos transitorios que el coronavirus trae sobre nuestro comercio y el mercado de capitales, sino que debe estar presente y listo a participar y coordinar medidas de contención y políticas internacionales apropiadas de largo plazo.

De la política y prevención que se adapte, depende que se pueda reducir la propagación del coronavirus y limitar los costos que pueda traer para la economía nacional.

Por Edna Sastoque y Angie Culma
Investigadoras de la Facultad de Economía

 *Este artículo hace parte de la alianza entre Razón Pública y la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia.

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