¿Es útil reducir las tasas de interés?

La estrategia de reducir las tasas de interés que cobra el Banco de la República no está funcionando o funciona muy poco. Aquí se explican las razones de manera muy sencilla.

Otra vez bajó la tasa

Desde que comenzó la pandemia, la junta directiva del Banco de la República (BR) ha bajado en cuatro ocasiones la tasa de interés que cobra a las entidades financieras:

  • El 27 de marzo, la tasa pasó del 4,25% al 3,75% anual;
  • El 30 de abril, quedó en 3,25%;
  • El 29 de mayo, bajó a 2,75%;
  • Y, por último, el 30 de junio bajó al 2,5%.

¿Para qué sirve esta estrategia en tiempos de COVID-19?

En la teoría

En teoría, la reducción de la tasa que cobra el BR a las entidades financieras hace que estas reduzcan el interés que cobran a sus usuarios. Con esto se estimula a las empresas y personas para que adquieran créditos y aumenten su nivel de gasto, lo cual a su vez impulsa la producción y el empleo.

Sin embargo, muchos economistas tienen dudas sobre esta estrategia: algunos consideran que el camino entre las reducciones de las tasas del banco central y la reactivación económica es tan largo e incierto que, en las épocas difíciles, la llamada a salvar la situación no es la política monetaria sino la fiscal: que el gobierno gaste y reparta subsidios de manera directa.

En la práctica

En la práctica, la reducción de la tasa de interés del BR puede verse como una carrera de obstáculos, porque en cada etapa del proceso pueden surgir dificultades que impidan su continuidad o reduzcan los efectos buscados.

El proceso que va desde la decisión del BR hasta la mejora en el ritmo de crecimiento depende de las decisiones de agentes económicos de muy diversa naturaleza: el sistema financiero, los productores, los consumidores y el sector externo.

Primer paso. La respuesta de los bancos comerciales a la baja de las tasas del BR no es inmediata, ni recoge totalmente la rebaja decidida por el Banco. Cuanto menor es el grado de competencia del sector financiero, menor es el impacto de las tasas del BR sobre las de los bancos comerciales, y mayor la demora en transmitir tal efecto.

Segundo paso. Pero aun si las tasas de los bancos comerciales bajan, no es seguro que aumente la demanda por créditos. La decisión de tomar un crédito de inversión o de consumo depende mucho de las expectativas:

• En el caso de la inversión, la rentabilidad esperada del proyecto puede ser tan baja que ni aún con tasas muy reducidas se justifique tomar el crédito.
• En el caso del consumo, el pesimismo sobre las oportunidades de mantener o aumentar los ingresos pueden desanimar la demanda por ese tipo de créditos.

Tercer paso. Por último, una vez obtenidos los créditos, nada garantiza que se utilicen para gastos que estimulen la producción nacional. Los créditos pueden usarse para especular en el mercado de capitales, en el cambiario o el hipotecario. O pueden dirigirse a la demanda de bienes importados que, con excepción de los bienes de capital, no tienen el impacto sobre la economía que se buscaba con la disminución de las tasas del BR.

¿Por qué no llega la plata a las empresas?

La decisión del BR de bajar sus tasas de interés tiene un objetivo de corto y otro de largo plazo.

El objetivo inmediato es evitar el cierre de las empresas. El Banco quiere abaratar los recursos para que las empresas puedan atender sus obligaciones, dado que sus ingresos ordinarios desaparecieron o se redujeron notablemente.

Pero en este punto la estrategia del Banco alcanzó su objetivo apenas parcialmente. La respuesta del sector financiero a la reducción de tasas ha sido lenta por dos motivos básicos:

• Primero, por la elevada concentración del sistema: tres conglomerados –el Grupo Aval, Bancolombia y el Grupo Bolívar– concentran alrededor del 65% de los activos del sistema. Y como dije ya, la falta de competencia en el sector reduce el impacto de la rebaja en las tasas que conceda el Banco de la Republica.
• Segundo, porque las tasas de interés de los bancos no dependen apenas del costo de los recursos, sino además del riesgo que implique el cliente. La reducción de tasas por parte del BR reduce el costo de los recursos; pero la incertidumbre y los malos resultados económicos de las empresas debidos a la pandemia aumentan el riesgo. En consecuencia, las tasas han bajado, pero mucho menos que las tasas de referencia –es decir, la que establece el banco central–.

Como dije al principio, entre el 27 de marzo y el 30 de junio, la tasa de referencia bajó más de 150 puntos básicos (de 4,25% a 2,5%). Pero, en ese mismo lapso, la tasa del crédito ordinario –que es la que se aplica a las empresas que no acceden a crédito preferencial– solamente se redujo cerca de 60 puntos básicos.

En un escenario de alta incertidumbre como el actual, los bancos temen un deterioro de cartera si no seleccionan muy bien sus deudores, lo cual los lleva a limitar la oferta de créditos. Por su parte, la demanda de crédito se ve frenada porque, en muchos casos, la rentabilidad esperada del proyecto en el cual van a utilizarse los recursos es tan baja que resulta menor que las tasas del préstamo.

Por todo lo anterior, muchas de las empresas medianas y pequeñas –que son las que más apoyo necesitan– no pudieron acceder a préstamos, porque los bancos se los negaron o les fijaron tasas de interés muy altas, por el altísimo riesgo que representan.

De cara a este problema, el Gobierno anunció que garantizaría el 90% de la deuda, para evitar que los bancos les negaran créditos a las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, en muchos casos, esta estrategia no logró eliminar la desconfianza de las entidades financieras frente a sujetos de crédito que siempre han sido percibidos como deudores frágiles y cuyo futuro se hizo más incierto con la pandemia.

¿Servirá para reactivar la economía?

Es muy probable que la política de reducción de tasas se mantenga en el futuro, con un propósito de largo plazo: apoyar la reactivación económica.

En ese caso la incógnita tiene que ver con el destino de los recursos que se obtengan en préstamo. Es probable que surjan muchas oportunidades para los negocios que hayan logrado sobrevivir a la pandemia y para aquellos que aprovechen los campos nuevos que se abren en el comercio electrónico.

Posiblemente, en la medida en que el comercio, los restaurantes y los viajes empiecen a normalizarse, el crédito de consumo ayudará a recuperar estos sectores gracias al mayor uso de las tarjetas de crédito. Pero dado que el 25% de las importaciones colombianas son bienes de consumo, buena parte de este estímulo no llegaría a manos de productores nacionales.

Así que el paso final de la cadena –el que va del aumento en el gasto al aumento de la producción y el empleo– depende de muchos factores. El repunte de la actividad económica será mayor en la medida en que el gasto de inversión se dirija a actividades con importantes encadenamientos productivos en la economía interna y con buena capacidad de generar empleo.

¿Por qué no llega la plata a las empresas?

La decisión del BR de bajar sus tasas de interés tiene un objetivo de corto y otro de largo plazo.

El objetivo inmediato es evitar el cierre de las empresas. El Banco quiere abaratar los recursos para que las empresas puedan atender sus obligaciones, dado que sus ingresos ordinarios desaparecieron o se redujeron notablemente.

Pero en este punto la estrategia del Banco alcanzó su objetivo apenas parcialmente. La respuesta del sector financiero a la reducción de tasas ha sido lenta por dos motivos básicos:

• Primero, por la elevada concentración del sistema: tres conglomerados –el Grupo Aval, Bancolombia y el Grupo Bolívar– concentran alrededor del 65% de los activos del sistema. Y como dije ya, la falta de competencia en el sector reduce el impacto de la rebaja en las tasas que conceda el Banco de la Republica.
• Segundo, porque las tasas de interés de los bancos no dependen apenas del costo de los recursos, sino además del riesgo que implique el cliente. La reducción de tasas por parte del BR reduce el costo de los recursos; pero la incertidumbre y los malos resultados económicos de las empresas debidos a la pandemia aumentan el riesgo. En consecuencia, las tasas han bajado, pero mucho menos que las tasas de referencia –es decir, la que establece el banco central–.

Como dije al principio, entre el 27 de marzo y el 30 de junio, la tasa de referencia bajó más de 150 puntos básicos (de 4,25% a 2,5%). Pero, en ese mismo lapso, la tasa del crédito ordinario –que es la que se aplica a las empresas que no acceden a crédito preferencial– solamente se redujo cerca de 60 puntos básicos.

En un escenario de alta incertidumbre como el actual, los bancos temen un deterioro de cartera si no seleccionan muy bien sus deudores, lo cual los lleva a limitar la oferta de créditos. Por su parte, la demanda de crédito se ve frenada porque, en muchos casos, la rentabilidad esperada del proyecto en el cual van a utilizarse los recursos es tan baja que resulta menor que las tasas del préstamo.

Por todo lo anterior, muchas de las empresas medianas y pequeñas –que son las que más apoyo necesitan– no pudieron acceder a préstamos, porque los bancos se los negaron o les fijaron tasas de interés muy altas, por el altísimo riesgo que representan.

De cara a este problema, el Gobierno anunció que garantizaría el 90% de la deuda, para evitar que los bancos les negaran créditos a las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, en muchos casos, esta estrategia no logró eliminar la desconfianza de las entidades financieras frente a sujetos de crédito que siempre han sido percibidos como deudores frágiles y cuyo futuro se hizo más incierto con la pandemia.

¿Servirá para reactivar la economía?

Es muy probable que la política de reducción de tasas se mantenga en el futuro, con un propósito de largo plazo: apoyar la reactivación económica.

En ese caso la incógnita tiene que ver con el destino de los recursos que se obtengan en préstamo. Es probable que surjan muchas oportunidades para los negocios que hayan logrado sobrevivir a la pandemia y para aquellos que aprovechen los campos nuevos que se abren en el comercio electrónico.

Posiblemente, en la medida en que el comercio, los restaurantes y los viajes empiecen a normalizarse, el crédito de consumo ayudará a recuperar estos sectores gracias al mayor uso de las tarjetas de crédito. Pero dado que el 25% de las importaciones colombianas son bienes de consumo, buena parte de este estímulo no llegaría a manos de productores nacionales.

Así que el paso final de la cadena –el que va del aumento en el gasto al aumento de la producción y el empleo– depende de muchos factores. El repunte de la actividad económica será mayor en la medida en que el gasto de inversión se dirija a actividades con importantes encadenamientos productivos en la economía interna y con buena capacidad de generar empleo.

Por Lucía Montoya
Docente e investigadora de la Facultad de Economía

 *Este artículo hace parte de la alianza entre Razón Pública y la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia.

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